Seis de cada diez mujeres renuncian a seguir avanzando en su carrera profesional cuando les llega la maternidad. Con estos datos la preocupación es patente. Estamos ante una fuga de grandes talentos, ya que justo en el momento en el que están avanzando en su carrera se produce un freno, que puede parecer poco importante, sin embargo, tiene una gran trascendencia.
Nos estamos acostumbrando a verlo. Pensad en vuestra casa o en la de vuestras amistades cuando acaban de tener un bebé ¿quién suele reducir su jornada laboral? Exacto, en la mayoría de los casos las mujeres. Los motivos son muy variados: principalmente que su salario es más bajo, lo cual ya de por sí es preocupante, pero el problema es que esto es lo habitual, a lo que estamos acostumbrados.
Tenemos que buscar soluciones realistas de conciliación empresarial para que estas carreras profesionales, aunque puedan tener un pequeño freno de meses, puedan seguir avanzando. Conseguir la igualdad respecto a que este rol lo asuman los hombres de manera equivalente, es la clave.
Los países nórdicos nos llevan mucha ventaja en este sentido: los roles son más igualitarios y las normativas han ayudado a promoverlo. En 1978 ya les obligaban a cogerse una baja por paternidad… ¡imaginaros los años de ventaja que nos llevan! Tendrán otros defectos, pero en esto aprendamos de ellos, porque indudablemente lo hacen mejor, al igual que ocurre con su sistema educativo ¿irá relacionado? Por supuesto, no es casualidad, la educación desde pequeños es fundamental, para que en la edad adulta ya se normalice y asuma este tipo de situaciones de igualdad.
Tenemos que trabajar desde las familias, desde la educación, desde las empresas, desde la sociedad en general y por supuesto desde los gobiernos: es una tarea de todos. Garantizar que la mujer pueda desarrollar plenamente su carrera profesional y su vida familiar, de manera simultánea, es un imperativo y un logro que redundará en el bienestar de toda la sociedad.